03 enero 2011

Avilés

Año nuevo, post nuevo. Y no se me ocurre nada mejor que escribir de mi ciudad de acogida durante este año, Avilés.

Así, a bote pronto, podéis pensar en Avilés como un sitio deprimente, con paredes negras y lleno de humo de las fábricas, donde nunca para de llover. Sin embargo esta ciudad tiene un casco histórico grande, peatonal y bien cuidado, al igual que la mayoría de los barrios periféricos, una ría remodelada recientemente, abundantes zonas verdes y una vida cultural abundante.

El centro de Avilés es su Plaza del ayuntamiento, más conocida como El Parche, desde donde salen, como si fueran rayos de sol dibujados por un niño de cuatro años, varias calles interesantes que están peatonalizadas:
Galiana, una larga calle porticada a un lado que llega hasta la plaza del Carbayedo, donde se conserva un horreo. Esta es la calle de los bares, aunque podéis encontrar mucho más, como la iglesia de San Nicolás del Bari, del siglo XII (cuyo párroco sigue oficiando misas a Franco puntualmente cada 20-N), el modernista palacio de Fernández Balsera, o la Colosal, una tienda de ultramarinos como las de antes.
La Cámara, la calle comercial que nos lleva hasta la iglesia de Sabugo. Cuando digo comercial, me refiero a tipo High Street británico, no al tipo calle Mayor de Alcalá de Henares. El negocio de esta ciudad se basa en algo más que bazares chinos y bares de tapas.
La Fruta, otra calle comercial que desemboca en la plaza de Camposagrado, donde está el palacio del mismo nombre, de estilo gótico.
La Ferrería, una calle pequeña y porticada, también abundante en bares, y que nos lleva hasta la plaza de Carlos Lobo, donde se encuentra la capilla de los Alas, del siglo XIV.
Rivero, otra calle comercial y que no anda escasa de bares, antigua salida de Avilés hacia Oviedo.
Entre la calle de Rivero y Galiana se sitúa el enorme parque de Ferrera, antiguo jardín del Palacio de Ferrera (actualmente hotel de 5 estrellas) y que hoy en día está abierto al público para mayor goce de los avilesinos que en verano se turran al sol en sus abundantes prados, se dan un paseo por su jardín francés o se deciden a ir a correr en el circuito habilitado.

Bajando de la plaza por la calle Ruiz Gómez llegamos a la pasarela de acceso al recientemente inaugurado centro Niemeyer, sede de la fundación cultural del arquitecto brasileño y que acogerá eventos culturales de categoría internacional. Desde la pasarela se tienen una vistas estupendas de la ría de Aviles, que ha sido remodelada por completo, limpiándola y dotándola de un paseo para recorrerla arriba, abajo, arriba, abajo, arriba, abajo y así sucesivamente.

También existe otro barrio antiguo, llamado Sabugo, antiguo pueblo de pescadores que fue absorbido por Aviles, en cuyo centro se sitúa la iglesia vieja de Sabugo, del siglo XIII, en un plaza que ni pintada para tomar sidras en verano.

1 comentario:

Canichu, el espía del bar dijo...

Habrá que visitar Avilés