Hoy, hace diez años, embarcaba en un vuelo de British Airways rumbo a Glasgow via Manchester. Es una fecha especial; era la primera vez que me iba de casa a vivir al extranjero. Así que no se me ocurre mejor fecha para retomar el blog.
Después de terminar la licenciatura y mientras hacía el CAP, busqué maneras de irme a vivir al extranjero. Entonces me enteré del Servicio Voluntario Europeo, un programa de la Unión Europea para la movilidad de voluntariado. Yo ya era voluntario en un centro juvenil de Alcalá de Henares. Así que tras muchos trámites me ofrecieron irme nueve meses a uno en Glasgow, Bosco Juniors, que ya no existe.
Recuerdo que no llegué muy tarde, sobre las tres y media, pero ya era noche cerrada. Me recogieron un monitor del centro y la otra voluntaria, una alemana. Nos fuimos a cenar a casa del monitor y después me llevaron a la que sería mi casa.
Durante los siguientes nueves meses mi rutina diaria se desarrolló como si estuviera en una pelicula de Ken Loach (la cual podéis ver en youtube en versión original con subtitulos en francés y traducida al español): en un barrio marginal, rodeado de neds, escuchando un dialecto ininteligible del inglés y, además, compartiendo casa con una alemana autoritaria que se enfadaba porque me negaba a mear sentado. Suena mal, sin embargo, en la distancia, aunque hubo momentos duros, tengo más recuerdos buenos que malos.
De todas maneras lo mejor fue lo que descubrí en mi tiempo libre: Glasgow, una ciudad bestial, llena de ocio, vida nocturna y oportunidades; Escocia, un pais con unos paisajes increibles y lleno de historia; el resto de voluntarios europeos, con los que siempre pasaba unos días geniales cuando coincidiamos, sobre todo en las retreats de Oxford y Manchester; y la gente que conocí en Glasgow, que hicieron que, en vez de volverme a España a los nueve meses, me quedara allí otros dos años más.
Durante los siguientes nueves meses mi rutina diaria se desarrolló como si estuviera en una pelicula de Ken Loach (la cual podéis ver en youtube en versión original con subtitulos en francés y traducida al español): en un barrio marginal, rodeado de neds, escuchando un dialecto ininteligible del inglés y, además, compartiendo casa con una alemana autoritaria que se enfadaba porque me negaba a mear sentado. Suena mal, sin embargo, en la distancia, aunque hubo momentos duros, tengo más recuerdos buenos que malos.
De todas maneras lo mejor fue lo que descubrí en mi tiempo libre: Glasgow, una ciudad bestial, llena de ocio, vida nocturna y oportunidades; Escocia, un pais con unos paisajes increibles y lleno de historia; el resto de voluntarios europeos, con los que siempre pasaba unos días geniales cuando coincidiamos, sobre todo en las retreats de Oxford y Manchester; y la gente que conocí en Glasgow, que hicieron que, en vez de volverme a España a los nueve meses, me quedara allí otros dos años más.
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